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DMA A El acento $4 La vida que sí es una caja de bombones Viajar en el tiempo alos chocolates de antaño es la propuesta de Confituras Goya. Fiel a las fórmulas, artesanía y materias primas de hace cien años, es la perdición del goloso. Y de todos. texto RAFAEL DE ROJAS os Vasquitos y Nesqui- tas, las trufas y las frutas vascas de Confituras Goya llevan varias gene- raciones en los recuerdos de los alaveses. Pero estuvieron a punto de quedarse en el limbo cuan- do Espartero quiso fusilar a Manuel Goya, durante las guerras carlistas. En 1886, la familia dejó la localidad de Maeztu para instalarse en la capital, Vitoria, con una confitería al estilo de la época. Tendría una curiosa oferta simultánea de velas y dulces, ya que ambas se elaboran con miel. Cinco generaciones después, Íñigo Goya asegura que las cosas se siguen haciendo de la misma manera. “Alre- dedor de 1900, empezamos a hacer nosotros el chocolate. Compramos el cacao y hacemos todo el proceso para
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