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6l CLUB DEL GOURMET Cortijo Los Aguilares lleva más de 20 años elaborando referencias de calidad con distintas zariedades, en una zona de Málaga al alza. * que huele a /2/170. texto JAVIER SÁNCHEZ hí va un fun fact, que diría un moderno (ojo al dato, en castellano): en el siglo XIX, en Málaga se superaban las 100.000 hectáreas de viñedo, lo que la convertían en la zona vitivinícola más grande de España. Llegó luego la filoxera haciendo estragos, y Málaga hibernó como zona de vinos durante 100 años. “Hasta que, en los años ochenta, Alfonso de Hohenlohe decidió que en Ronda se volviera a elaborar vino, trayéndose para ello a uno de los enólogos más populares de ese momento, Michel Rolland”, explica Bibi García, directora técnica de Cortijo Los Agui- lares, un proyecto nacido poco después -a finales de los años noventa- y que contribuye a recuperar una cultura en la zona con un ori- gen que se pierde en la noche de los tiempos. Fueron José Antonio Itarte, fallecido hace dos años, y su esposa Victoria San Gil los que, en el año 1999, iniciaron esta aventura. Tras los pioneros llegaron muchos más: actualmente hay más 30 bodegas operando en la zona. Otro dato para arrasar en el Trivial: el nombre en íbero de Ronda es Acinipo, que significa “tierra de vinos”. A solo cinco kiló- metros se ubica Cortijo Los Aguilares, en el privilegiado (de verdad, aunque suene a cli- ché) paraje de la Serranía de Ronda, situado a 900 metros de altura. Monte bajo, encinas centenarias y la cercanía de la Sierra de las
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