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CLUB DEL GOURMET e ELCorle jngtao 41 oratina es su nombre, y los meandros del Gua- dalquivir a su paso por Espeluy, en el corazón de la campiña de Jaén, su casa. De italianos orígenes, pero perfectamente adaptada al suelo andaluz, esta variedad de aceituna no necesita pasaporte para conven- cer a los paladares más exigentes y convertirse en un oro líquido -más que nunca- que pasea el emblema de Vizconde de Almansa por las mesas más selectas, Nobleza obliga, se podría decir. Sin embargo, don José Fernando de Almansa y Moreno-Barreda, décimo Vizconde del Castillo de Almansa, se entrega a los placeres del campo con generosidad y cariño. Apasionado de la agricultura desde su más tierna infancia, el vizconde lleva el aceite casi corriendo por sus venas. “Me viene por vía paterna y vía materna, pero también por matri- monio”, relata. “El olivar y el aceite han estado vinculados a mi familia desde tiempos inmemoriales”. No es una frase hecha. Es más, la tradición nunca ha supuesto una cortapisa para seguir progresando. Aliado con Oléi- cola Jaén, una empresa líder en el sec- tor, José Fernando de Almansa levan- ta un nuevo pendón gastronómico con el aceite Vizconde de Almansa, un monovarietal de coratina que ha encontrado a la vera del Guadalquivir un vergel donde brillar. A QUIEN MADRUGA... Frente a la de otras especies, la reco- lección de las apenas 30 hectáreas de finca consagradas a esta variedad es bien temprana: se produce a partir de la segunda quincena de octubre. “Es una aceituna de rendimiento muy bajo, pero extraordinaria calidad. Una singularidad que en concursos descúbrelo CLUB DEL GOURMET Vizconde de Almansa es uno delos pioneros en trabajar en España con la variedad co- ratina, una aceituna singular y fragante, responsable de algu- nos de los aceites de oliva más reputados del mundo. De bajísimo rendimiento por la variedad y el manejo, el aceite de oliva virgen extra de Vizconde de Almansa es un canto a la pureza de la aceztuna, pero también de respeto a la herencia recibida. internacionales alcanza grandes coti- zaciones y puntuaciones”, explica. Sin embargo, no sólo se puede vivir de la particularidad. “Apostamos por una agricultura sostenible, racional y muy eficiente. Queremos conservar un olivar de largo recorrido, por eso cuidamos la estructura de la planta y respetamos el campo”, indica. El manejo y el temple en podas, cuida- dos y recogida, sin que la aceituna toque el suelo, resultan fundamen- tales para que este fruto llegue en perfecto estado a la almazara. Una delicada presión en frío se encarga de convertir en líquido, casi como alqui- mia, el verde fruto del olivo. “El resul- tado es un aceite no tan dulce como el arbequina ni tan picante como el picual. Es almendrado, muy frutado, de un sabor muy definido y muy reconocible para el buen conocedor del aceite”, avala José Fernando. Un verdadero elixir, con adn andaluz. e
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