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CLUB DEL GOURMET » €2Corle fngtso alificada por Jean Anthelme Brillat- Savarin, uno de los primeros tratadistas de gastronomía de la Historia, como “la mostaza de los gourmets”, los estantes de Club del Gourmet refulgen con la solvencia de cuatro siglos. No ha habido revolu- ción, ni política ni gastronómica, que haya derrocado la omnipresencia de la mostaza de Meaux de Pommery de las mejores mesas. Con una receta inalterable desde 1632 hasta hoy, su sola presencia sir- ve para realzar y dotar de dignidad todo lo que se quiera acompañar con ella. Pareja de baile de carnes insig- nes y pescados, capaz de convertir en un bocato di cardinale los socorridos sándwiches y hamburguesas, la mos- taza Meaux de Pommery ha escrito doradas páginas de la cocina mun- dial desde el siglo XVII. LA SALSA DE LOS CANTEROS Seguramente, en la actualidad el nombre de Meaux, para los amantes del queso, esté vinculado al icónico brie. Sin embargo, Meaux, famoso por sus monasterios y sus canteras, viviría un boom comercial en el siglo XVII gracias de la mostaza, rápidamente convertida en producto fundamental para la medicina y para disimular alimentos en mal estado. Consciente del tesoro que tenía entre manos, el cantero JB Pommery elevó aquella receta, recogida de monjes benedicti- nos a finales del XVIII, en un placer gastronómico que se convertiría en protagonista de las grandes y más nobles mesas de Francia. UNA HISTORIA BIEN SAZONADA A partir de ahí, todo fue éxito para Pommery y sus descendientes: con- siguieron que esa mostaza fina, de picante leve y sabroso y bien ensam- blada con vinagre de vino blanco, descúbrelo * CLUB DEL GOURMET »: E2Conle fngtaóo Carnes, pescados, sándwiches, vina- gretas, salsas... Esta mostaza histórica es un auténtico todo- terreno para todo lo que signifique entrar en la cocina. La receta original de esta mostaza data de 1632, custodiada por monjes benedictinos en la ciudad francesa de Brie. encandilara a selectos paladares y se convirtiese en señal de prestigio. No en vano, restaurantes tan icónicos como el mítico Horcher madrileño han abrazado esta rubia causa en recetas tan afamadas como el strogo- noff de Pommery. Cuenta Miguel Hermann, jefe de cocina en esos fogones, que debe “cor- tar el solomillo de vaca en finas tiras y saltearse”. Tras ello, se rinde una pleitesía a tres bandas entre caldo de carne, nata líquida y la dosis justa de mostaza de Meaux de Pommery para bañar estas delicadas piezas de carne, que llevan formando parte de su carta desde hace décadas. Ideal para la alta cocina y para restaurantes de postín, pero también para dotar en casa de más alegría y sabor a cualquier receta, la mostaza de Meaux de Pommery lle- na de historia cualquier tipo de plato. e
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