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CLUB DEL GOURMET «- £Corle jngtso De las datileras saudíes a los alba- ricoqueros murcia- nos, el mundo de la fruta confitada vive un particular bum con empresas como Bateel o Confituras Tradicionales. Han dignificado recetas y elaboraciones en las que, como siem- pre, lo importante es la fruta. Como snack, de postre o incluso para atreverse con la repostería... Las opciones son tantas como dicte la ¿maginación. ALEGRÍA DE LA HUERTA Además de sus exquisitas mermeladas artesanales, la joya de Confituras Tra- dicionales son los albaricoques confita- dos. Como explican Mari Paz y Fran- cisco José Fernández Giménez, segun- da generación de esta empresa familiar, son herederos de “un arte que exige paciencia, precisión y un profundo conocimiento del oficio”. Sus preciados albaricoques son de la variedad rosé de Provenza, que llevaron hasta Murcia desde la cuna de la confitería gala. Allí, en el obrador de la Maison Octave aprendieron sus padres, Consuelo y Cristóbal, para más tarde comprar la marca y traer hasta Archi- vel, pedanía de Caravaca de la Cruz, “ollas, técnicas, recetas, secretos y el saber hacer tradicional provenzal”. Su confitado es un laborioso proce- so artesanal que dura hasta cinco meses. Con las mismas técnicas del siglo XIV -Patrimonio Inmaterial de Francia-, sustituyen el agua natu- ral de la fruta por azúcar mediante sucesivos baños de almíbar y secado. De esta forma se enriquece su sabor con exquisitos matices dulces para un placer efímero (apenas 40 días, ojo), jugoso, fragante y carnoso. e
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